LITURGIA
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LITURGIA
RENOVACIÓN ESPIRITUAL A TRAVÉS DE LA LITURGIA
Si observáramos la historia de la Iglesia nos impresionaría la gran cantidad
de órdenes, santos, instituciones y obras maestras de toda índole. Realmente
nos posemos sentir orgullosos del pasado del pueblo católico; todo el heroísmo
de los primeros mártires y cruzados; todo el fervor apostólico de los hermanos
de San Francisco y de Santo Domingo; toda la ciencia estadista de San Luís
y de San Enrique; toda la sabiduría de Santa Teresa y de Santo Tomás. Con
razón podemos atribuir a la Iglesia y a su historia las palabras de la Sagrada
Escritura: 'Circumdata varietatibus». (Sal.44.10). Si estudiamos con más
profundidad esa diversidad de la Iglesia en las distintas épocas y pueblos
pronto nos daremos cuenta de que el fundamento de esa diversidad es la vida
espiritual de cada individuo, la relación de sus almas con Dios y la fecundidad
de la gracia de Dios que actúa en ellos.
Eso es lo esencial, lo substancial; las demás manifestaciones de la vida
espiritual, todas las demás expresiones de la actividad del Espíritu Santo
en la historia de la humanidad - todo ello no es lo esencial sino lo accidental.
Y nosotros unidos a esa asociación de la Acción Católica - en esa manifestación
actual del Espíritu Santo en la Iglesia - estamos unidos con las generaciones
católicas anteriores a través de ese lazo sustancial de la vida espiritual.
(...)
Si realmente deseamos cumplir con nuestro papel de miembros de la Acción
Católica sin duda es necesario conocer los fundamentos de nuestro trabajo
para poder adquirir aquella vida universal del espíritu que siempre es la
misma en todos los pueblos y en todos los siglos.
Supongo que comprenden mi idea; lo que es común a todos los católicos es
su vida espiritual. Mientras esa vida espiritual sea más perfecta, consecuentemente,
será más exitoso el empeno de cada uno en la 'renovación integral de Cristo
(Ef.1.10). Debido a que el hombre es un ser social que forzosamente se apoya
en su prójimo si desea perfeccionarse en cualquier sentido - así también
en lo espiritual - es necesario que cada individuo se enriquezca con los
logros de los demás, en una palabra que aprenda a vivir espiritualmente
de los demás.
?Quién puede ser mejor maestra de vida espiritual que la santa Iglesia que
además de su experiencia de dos milenios actúa bajo la influencia del Espíritu
Santo? ?Existen mejores métodos de los que ella misma ensena? Por eso golpeemos
tenazmente a su puerta pidiéndole que sea nuestra guía en la vida espiritual,
pidámosle que nuestra mísera y limitada vida, que nuestra alma pequena,
sea dilatada hasta la infinitud de la vida divina.
La Iglesia hace eso a través de su Sagrada Liturgia. La liturgia es la oración
oficial de la Iglesia, la oración oficial de la Esposa de Cristo, es el
diálogo entre la Esposa y el divino Esposo. Oh, con qué placer nosotros
escuchamos cuando dos personas muy sabias conversan entre sí; parece como
si el pecho se nos ensanchase y nos volvemos más inteligentes. ?Y qué pasa
cuando escuchamos el diálogo entre Cristo-Dios y su imagen la Iglesia? ?Es
posible que todo ese mundo de ideas permanezca para nosotros inútil y deje
de elevar nuestras vidas hasta las inmensas alturas de la vida divina? !Oh,
no! Y además, cuando se piensa que cada alma humana es la esposa de Cristo
y que su alma se convierte en el espejo de la inmensidad de la Palabra de
Dios, entonces nos preguntamos extranados: Senor Dios, ?es posible que hayas
hecho portadora de eternidad a una criatura tan limitada? ?Por qué haces
tantos milagros con el alma humana?
Alcanzamos todos esos conocimientos a través de la Sagrada Liturgia. Por
eso es necesario conocerla más profundamente y enriquecerse de ella al máximo.
He aquí lo que es muy importante. La realidad más grande del mundo es la
Iglesia, lo más grande en la Iglesia es la Misa y en la Misa la Consagración.
Como Cristo durante su vida terrenal dirigió todos sus pensamientos hacia
el Gólgota así la Esposa de Cristo, la Iglesia, dirige su mirada al altar.
Y lo que sucede en el altar es el acto más grande que en realidad se realiza
en el mundo. Allí se desarrolla la oración y el sacrificio que Cristo ofreció
por la redención del mundo en el Calvario y que la jerarquía católica, que
es la portadora del orden sacerdotal de Cristo, ofrece públicamente a Dios
por todos los hombres y en nombre de todos nosotros. (...)
Así durante todo el año meditamos la grandiosa vida de Cristo. De ese modo
nuestra alma se convierte en el reflejo de la misma inmensidad. Luego la
Liturgia nos presenta ante el mundo la vida de la Bienaventurada Virgen
María, de los ángeles y en síntesis toda la historia de la Santa Iglesia
que se refleja en sus miembros - los santos. Meditando todos estos misterios
ya en la tierra nos convertimos en partícipes de lo divino. (...) Todos
estos consejos prácticos se pueden reducir a esos tres:
1. Leer diariamente la lectura espiritual.
2. Meditar cada día del Misal.
3. No participar de la Misa sin comulgar.
1. Leer diariamente la lectura espiritual. Si queremos comprender bien, correcta y profundamente el significado del misal, sus oraciones, secuencias, salmos y lecturas, es necesario adquirir un sólido conocimiento espiritual. No hay que considerar eso como un acto que depende de nuestra buena voluntad sino debemos estar convencidos de que es nuestra obligación. La educación de hoy no se preocupa de eso; resolvamos nosotros mismos esas dificultades de la escuela moderna. Los datos sobre los libros adecuados se pueden obtener de los directores espirituales. Sin embargo, deben conocer toda la vida del Salvador y las biografías de los santos más destacados.
2. Meditar todos los días del Misal. - Al conocer la vida del Salvador
el Misal mismo les resultará comprensible. (...) En vísperas de cada día
lean la Misa del día siguiente o el Evangelio o la epístola que será leída
el domingo siguiente. De ahí saquen una o más oraciones que consideren adecuadas
a sus necesidades espirituales y duérmanse con estos pensamientos. De todos
modos, si es posible procuren participar cada día del Santo Sacrificio.
Luego depende de su tiempo si harán la meditación durante la Misa o fuera
de la misma. Yo, por supuesto, estoy a favor de que durante la Santa Misa
no se rece nada sino de que se participe de la Eucaristía. Pero como la
mayoría de ustedes tiene un tiempo limitado pueden meditar hasta la consagración
sobre aquellas frases que han elegido antes de dormir. De esta manera mediten
sobre una idea que trae la Santa Misa y cambien la oración litúrgica por
la simple meditación. Les recuerdo los momentos principales de cada meditación:
en primer lugar hay que preparar el espíritu. Eso se hace la noche anterior.
Sigue el arrepentimiento por los pecados, ahí hay que ser muy concretos
y pedir que sean perdonados. Ponerse en presencia de Dios. Hay que tener
conciencia de que están arrodillados en su presencia y que Él vigila cuidadosamente
cómo se medita. También se pueden imaginar que Jesús los está mirando desde
el Sagrario. Una vez conscientes de esa realidad imagínense el ambiente
en el cual, por ejemplo, se desarrolla una escena evangélica. Así para Navidad
evoquen en su imaginación el pesebre, a María, a José, al buey, al burro
y los demás detalles que se les ocurran. Ese método es muy necesario pues
impide que los pensamientos divaguen y que se distraigan. Luego pidan a
Dios que bendiga su meditación y que les conceda todas las gracias deseadas
en esa meditación.
Todo eso hasta ahora fue solo una preparación. Luego empieza la meditación;
se sigue con el modo ya indicado sobre la escena de Belén o sobre el concepto
de la creación de María. En esas meditaciones lo principal no es que surjan
en ustedes grandes y fervorosos sentimientos; lo principal es que se hagan
algunos buenos propósitos: que el mismo día hicieran algún sacrificio, lucharan
contra ciertos pecados o hicieran alguna obra buena. Hay que evitar propósitos
generales, por ejemplo, seré humilde, bueno, etc. Luego agradezcan las gracias
espirituales y repitan brevemente toda la meditación. Procuren terminar
antes de la consagración. En la consagración ofrezcan sus propósitos y sus
sacrificios a Dios Padre uniéndose al sacrificio de Jesús sobre quien meditaron
un poco antes, que estaba en un pesebre y que tiene el gran deseo de estar
unido a sus corazones y con los demás corazones que se encuentran en la
Iglesia.
3. No participar de la Misa sin comulgar. - Convénzanse de que la Santa
Misa sin la Santa Comunión de alguna manera es incompleta. El Salvador pudo
encarnarse también bajo las apariencias de oro o de piedra; no lo hizo sino
que se adaptó las apariencias de pan y de vino. Y con eso nos dijo claramente
que desea que lo comamos y bebamos en la Santa Misa. En la Eucaristía, nosotros,
el Cuerpo Místico, que es la plenitud del cuerpo de Cristo, nos sacrificamos
con nuestra Cabeza. El sacrificio recién es completo si durante la Misa
con un lazo más íntimo de amor nos unimos con Jesús en la transubstanciación
de una esencia en otra. Eso se realiza durante la Santa Misa y el Concilio
de Trento hace ya 350 años expresó el deseo de que los cristianos comulguen
siempre cuando participan de la Santa Misa. Nosotros también hagamos esto,
seamos católicos actualizados, seamos partícipes de la vida inacabada del
Verbo de Dios por la Santa Comunión. Ese acto por el cual su cuerpo y su
alma se funden con la misma Deidad ha de ser la cumbre de vuestra vida;
ese acto también es la culminación de toda la liturgia. Todos los hermosos
cantos y oraciones, toda la meditación, todos los actos del día deben ser
cristocéntricos, orientados hacia ese momento único de la vida diaria. De
esa manera ya en la tierra se cumple vuestro fin último y ustedes se convierten
en partícipes de la misma esencia de Dios. Lamentablemente nosotros los
católicos abandonamos ese tesoro y nos extranamos cuando a menudo nuestro
trabajo no es bendecido. A través de la meditación litúrgica cada católico
se hace grande y universal. El deja de lado sus intereses personales y comienza
a sentir lo que siente la misma Iglesia, su alma se forma individualmente.
Se puede decir que la Liturgia es como la pedagogía, en el verdadero sentido
de la palabra, puesto que a través de ella el creyente experimenta en su
alma todas las fases de la vida de Cristo. A través de la Liturgia todos
los hombres de la tierra meditan el mismo día, las mismas cosas y de ese
modo se solidifica la conciencia sobre la unidad católica de todos los pueblos.
Finalmente a través de la Liturgia, de un modo más perfecto, el hombre rinde
a Dios aquel honor que le pertenece. El creyente que reza litúrgicamente
se adhiere a los coros de ángeles que alaban sin cesar al Creador y en realidad
el hombre de esa manera ya en la tierra empieza a ejercitarse en aquel servicio
que con entusiasmo y alegría hará en la eternidad. (...) Cantemos nosotros
también, seres racionales, la gloria de Dios; unamos nuestra oración y nuestro
canto con las oraciones y cantos nostálgicos de la Esposa que en este valle
de lágrimas y de exilio suspira cantando por el divino Esposo. En una palabra
que nuestra oración desde ahora sea la oración comunitaria unida a la Santa
Iglesia - que sea litúrgica!
(Luz, 1(1924) 11-17)
EN EL SENO DE LA SAGRADA LITURGIA
Mi lecho arde en llamas - pensé, según las experiencias de Santa Teresa...
rápidamente salto, agradezco al Creador, abrazándome con el santo de hoy,
Juan Evangelista, que me recibe con vuelo de águila y empieza a llevarme
hacia el infinito Corazón de Dios. Mientras tanto ya me lavé, abrí la cerradura
de la enorme puerta de la casa, el aire fresco y la oscuridad sacuden todo
mi ser.
En la oscuridad me apuro hacia la estación del Sur. De mi mente se borra
el pensamiento del vuelo de águila de San Juan y el misterio de la noche
comienza a penetrar en mi alma descansada. Cuanto más me apuraba en la oscuridad
tanto más inconcientemente aparecía la imagen clara del Maestro que también
se levantaba de noche y atravesaba montes y valles, ciudades y bosques -
mientras los demás hombres descansaban; seguí pensando en la salvación de
su pobre rebaño que vino a redimir. Lo mismo hacían los apóstoles; ellos
pasaron noches enteras rezando al Cordero Infinito, al Legislador del Universo
que sostiene el sol, la hierba más pequena y a cada criatura la conduce
particularmente hacia su destino final; el misterio de la noche me cautivó
más y más y en el dinamismo del universo sentí el ritmo de Aquel que era
en un principio, que es ahora y que reinará por los siglos de los siglos.
Y los apóstoles, los mártires, los monjes, los confesores, las vírgenes,
las santas mujeres y todos estos héroes de la humanidad, todos ellos que
en el pasado pasaron noches en oración, o aquellos que en las noches serenas
y estrelladas esperaban para que los llevasen ante el verdugo - todos ellos,
y entre ellos miles de mártires croatas - todos ellos sintieron en el latir
nocturno la misteriosa presencia de Dios...
Con estos pensamientos y sentimientos llegué a la estación. Allí ya estaban
algunos estudiantes congregados, todos estaban serenos; como si el misterio
y la dignidad de la infinita y gran noche influyeran en su alma joven.
Apenas el tren se movió y su ritmo cortado empezó a interrumpir en nuestras
almas los movimientos regulares del universo pusimos manos a la obra. Mientras
se sucedían pueblos y ciudades, a lo lejos aparecían iglesias y fábricas,
nosotros llenos de anhelos y esperanzas poco definidas pensábamos en los
acontecimientos que nos esperaban en Reihenburg. Viajamos al monasterio
trapense para visitar a la Palabra Encarnada de Dios, de Nuestro Senor Jesucristo,
que vive allá y habla a los fieles de un modo particular, dulce, suave,
a través de la Sagrada Liturgia.
Sentíamos alegría al escuchar el canto coral de los trapenses por el cual
el Esposo, de un modo amable y misterioso, habla a las almas humanas; gritamos
de júbilo porque nosotros los seres racionales en nombre de la naturaleza
irracional - en nombre del sol y las estrellas, en nombre de la nieve y
la escarcha, en nombre del calor tropical y los candentes hornos de las
fábricas, en nombre de la hora nona, cuando la imagen del Espíritu Santo
está en la Tierra, cuando Jesús estuvo crucificado por nosotros en la cruz,
sí, nosotros en nombre de todos los seres irracionales y en el nuestro propio,
dábamos honor, gloria y alabanza al Dios Creador. (...).
Después de unos minutos de oración empezó la solemne misa conventual. !Magnífico!
Todo se desarrolla con lentitud a fin de que el hombre sienta el ritmo de
la eternidad. Por qué apurarse cuando el hombre habla a Dios Creador. El
hombre para alcanzar su meta tiene que contemplar. ?Y qué contempla en voz
alta, musicalmente? Abrió sus labios en la Iglesia, todas las regiones,
todos los siglos escucharon su Evangelio que habla de la sabiduría y la
prudencia de Dios. Ciertamente, !lo vistió con traje de gloria! Con júbilo
debemos reconocer qué bueno es hablar al Senor, como lo ha hecho San Juan,
y glorificar el nombre del Altísimo. !Gloria al Padre...! (...)
De las demás partes no hablaré. La alegría nos invadía por haber vivido
una verdadera Misa en la cual se da un contacto vivo entre el sacerdote
que reza y el pueblo que contesta. Al salir todos los presentes nosotros
seguimos a los monjes para hablar con ellos. A los alumnos les interesaba
mucho el silencio que habla, queriendo aprender esos signos !secretos!.
(...)
Nona
Tuvimos que apurarnos a la 'Nona' y encontramos a los trapenses recitando
la hora menor. Esa hora nos recuerda la muerte del Salvador en la cruz.
Es la hora cuando del Sagrado Corazón emanaron los sacramentos, esas fuentes
de nuestra santificación. Puesto que el sol terrenal comienza descender
pedimos al Senor que Cristo, el Sol espiritual, nunca, nunca llegue al ocaso
en nuestras almas.
Completas
Nos pusimos aún más contentos por la oración vespertina de las Completas.
Queríamos saber cómo los trapenses cantan !Salve Regina!, ésa perla de la
música sacra. (...) Muy pronto oímos los acordes de la antífona de !Salve
Regina! Todo el esplendor de esos versos que datan del siglo XI son comprensibles
recién cuando los cantan las almas devotas. Pareciera que los ángeles tristes
llevasen al cielo las lágrimas del género humano. El último grito de San
Bernardo: '!Oh clemens, o pia, o dulcis Virgo María!' con todas sus modulaciones
expresa toda la congoja de la humanidad abandonada que cultiva el inmenso
amor hacia Aquella '!coronada del sol, apoyada sobre la luna, aureolada
con doce estrellas!'
Resplandor interior
Cuando visiten Chartres y empiecen a observar la célebre catedral medieval
no notarán en ella nada extraordinario. Se ve un sinnúmero de arcos y arquillos
puntiagudos, columnas, sostenes y estatuas. Observen con detención las curvas
del rosetón central y el vidrio gris rayado con líneas blancas que representan
distintas escenas bíblicas. Entren un día de sol. !Admirable! El interior
arde de color púrpura-rubricado, oscuro-morado, amarillo y verde. Como si
se entrase en un calidoscopio - en el reino de los cuentos fantásticos.
?Quién diría que aquel gran rosetón que desde afuera parece vidrio gris
rayado puede esparcir tan hermosos reflejos de colores y convertir todo
el enorme espacio de la catedral en un reino mágico de profundos gozos?
?Quién diría que en ella existen escenas angélicas que con sus cadentes
y abigarrados colores cantan himnos a Dios? Y cuando el rayo de sol traspasa
ese vidrio, todo eso revive y sus mágicos colores suavemente banan todo
el interior de la catedral.
Cuando un hombre sin fe entra en un convento trapense le parece haber venido
ante una catedral incolora de piedra. Puede admirar la estructura de ese
conjunto, los arcos y arquillos de su cuerpo, todas las pequeneces de su
orden diario, sin embargo no podrá comprender por qué la gente prudente
abraza esa vida. No podrá entender eso porque lo mira desde afuera. Hay
que entrar en la catedral de sus almas que están iluminadas por la luz del
Espíritu Santo y el sol de la Gracia Santificante sin dejar de admirar el
esplendor y la belleza encantadora que se descubrirá. Para nosotros, los
católicos que vivimos en el mundo, la Sagrada Liturgia es aquella pequena
puerta por la cual podemos asomarnos a ese santuario.
Ciertamente, si un hombre sin espíritu católico entra en un convento trapense,
ve en todo sólo lo difícil, lo exagerado; habitaciones frías, camas duras,
levantarse a las dos de la madrugada, comidas sin carne, ayunos, silencio
interminable, rezos melancólicos y frecuentes, escritos que recuerdan a
la muerte, eternidad, almas que sufren en el purgatorio, etc. (...)
Sentimientos completamente distintos invaden a la nueva generación católica
cuando se encuentra entre esos silenciosos muros. Sin querer las melodías
de los salmos empiezan a circular en el alma: !Entraré en la casa... de
Dios! o los versos litúrgicos !Esa es la casa del Senor bien fundada sobre
la roca y firmemente construida!
Es decir que cuando sabemos en qué consiste la vida interior trapense muy
fácilmente nos olvidamos de todas aquellas dificultades materiales que a
tantos llenan de temor. Con todos sus trabajos y con todos sus sacrificios
tienden a participar mejor de la misma vida divina. Todos los sacerdotes
se reúnen a una hora determinada del día y de la noche para cantar el Oficio
Divino. Recién al escuchar esas hermosas melodías y procurar comprender
el significado del texto podemos imaginarnos la facilidad de esa gente que
deja las alegrías pasajeras de este mundo y ya en esta tierra empieza a
cantar las alabanzas al Hacedor; no esperan como en el mundo la hora de
la muerte para alabarlo.(...)
REFLEXIONES SOBRE EL MISAL ROMANO
Es cierto lo que afirman los artistas más celebres: la Liturgia es divina.
Más aún, si alguien alguna vez llegó a la cumbre de su esplendor las demás
obras maestras le parecen polvo; en seguida lo comprenderemos. Tomemos un
ejemplo práctico. Durante el tiempo de Semana Santa toda la atención del
cristiano se concentra en la contemplación de la Pasión de Cristo. El poeta
Jacopone Todi al contemplar a la Madre de Dios al pie de la cruz, en el
año 1306, compuso la hermosa secuencia !Stabat Mater! Ese canto en primer
lugar expresó los sentimientos generales de la Iglesia e ingresó en la Liturgia.
Si en este canto hubiera existido la más pequena partecita que desentonara
con los sentimientos cristianos nunca hubiera encontrado lugar en la Liturgia
católica. Podemos afirmar tranquilamente que el Espíritu Santo es el inspirador
de esa canción pues Él obra en el alma de la Iglesia. El es el autor de
la Liturgia. Eso es solo un mero ejemplo. Imaginémonos ahora que los cristianos
durante todo el año piensen en los principales misterios de nuestra santa
fe: en la Encarnación (de Navidad) en la Resurrección, en la venida del
Espíritu Santo. A estos tres focos (la proyección de la Santísima Trinidad)
le suceden los demás hechos de la vida del Salvador: domingos de Adviento,
Epifanía (ciclo de Navidad); tiempo antes de Cuaresma y la misión pública
del Salvador, Ascensión y otros (ciclo de Pascua); Santísima Trinidad, Cuerpo
y Sangre de Cristo, domingos después de Pentecostés (ciclo de Pentecostés).
El ano litúrgico es como un espejo móvil que refleja la vida activa de Jesús
desde su exigencia dentro de la Santísima Trinidad, la vida terrenal, hasta
la segunda venida (el juicio final). Ese marco encierra los días de los
santos que a su vez son los reflejos artísticos de la Esposa de Cristo en
la tierra. En ellos la Iglesia reflexiona sobre la vida del Primer Santo
de la humanidad y nos presenta ejemplos de como en las circunstancias más
diversas, en las épocas más raras de la historia, fueron aplicadas las ideas
del Salvador en la vida. En esos días contemplamos la vida de los apóstoles,
mártires, confesores, santas y mujeres vírgenes.
Por eso, ?existe algo más bello y fecundo que vivir espiritualmente el año
litúrgico? La oración personal que es individual (puesto que es condicionada
por el individuo histórico y el grado de formación de aquel que ora) se
convierte en la oración social y universal. Ciertos momentos de la vida
del Salvador (que es absoluto en su plenitud) que el individuo por si sólo
nunca podría comprender se hacen comprensibles porque en el Misal están
concentradas las ideas directrices referidas a aquella parte de la vida
del Salvador que se celebra en un día determinado. Por lo tanto, la Liturgia,
según eso, tiene un significado pedagógico muy grande, podemos afirmar con
seguridad que el Misal Romano es la obra pedagógica más grande que tenemos:
es la Pedagogía por excelencia. El que sistemática e interiormente vive
la vida de Cristo eleva y renueva su alma y constituye en ella una figura
universal (porque Cristo es universal, el ejemplo de todos los pueblos y
de todos los tiempos). (...)
Junto al Misal el libro más hermoso es "La Liturgia de las Horas".
El mismo no es un mero devocionario sino que junto con el Misal es la obra
literaria más bella que la humanidad posee. Alguien puede reírse al leer
esta afirmación. !Entendamos!
Nosotros los católicos aquí vivimos en una oscuridad tal que en general
no tenemos ideas claras sobre la misión de la Iglesia en la humanidad ni
sobre la hermosura de su Liturgia. (Lastimosamente nosotros no tenemos el
suficiente número de órdenes contemplativas que nos pudiesen infundir la
Liturgia) (...)
De la tierra suben las oraciones al cielo sin cesar. Donde hay pueblos católicos
no pasa ni una hora ni un minuto sin que los religiosos o sacerdotes recen
el Oficio Divino. Está todo distribuido de tal manera que apenas unos finalizan
la oración otros la inician y de esa manera la oración es perpetua. Y como
el sol se mueve desde el Oriente hacia el Occidente así también las horas
y las oraciones se suceden sin cesar. Que hermosa es la Iglesia junto con
los coros celestiales que cantan alabanzas perpetuas al Hacedor. Comparemos
una obra de la literatura universal con la Liturgia. Tomemos Fausto. Él
es el reflejo de un alma que busca la verdad. Dentro de diez, quince siglos,
Fausto, símbolo de toda una época, la figura del alma de Goethe, junto con
los demás libros será un fósil. Cuando leemos esta obra como en un cine
se suscita la vida y las inquietudes del espíritu del poeta. Si tiramos
el libro en un rincón su contenido se muere. Con la Liturgia sucede lo contrario.
El Senor Dios es la vida, el dinamismo; las almas son aquel espejo en el
cual ese movimiento de Dios se refleja. El reflejo artístico de nuestra
vida interior de Dios es nuestra Sagrada Liturgia. Ella sin cesar, de día
y de noche, en invierno y en verano, de generación en generación como una
orquesta gigantesca reproduce sus diversos sonidos y melodías y los ofrece
a su Esposo.
La Liturgia es entonces el arte por excelencia puesto que ella es la imagen
viva de Nuestro Senor. La literatura universal es el museo de fósiles de
distintos estudios que se elaboraron en la tierra. (...) Recomendemos este
libro a todos, en particular a los miembros de nuestro movimiento para que
lo consigan y vivan de acuerdo al mismo. Estamos convencidos de que este
libro formará a toda una serie de sólidos y sacrificados trabajadores católicos,
pedimos especialmente a Dios que despierte en muchos lectores el deseo por
la vida sacerdotal o religiosa. (...)
LA CEREMONIA NAVIDENA DE LOS PADRES FRANCISCANOS
Los padres franciscanos empezaron con la reforma que de ellos exige la Santa
Iglesia, es decir el mismo Cristo. En primer lugar ellos deben tener en
cuenta el deseo de Cristo puesto que El es Dios y Legislador y porque Él
no ordena nada que no fuera provechoso para la salvación del alma, aún aunque
los fieles por sus limitaciones no lo comprendieran. (...)
Por eso nos agrada más el devoto canto franciscano, que influye en nosotros
como el amor transformado en sonido, que el canto de los profesionales de
ópera bien ensayado, que agrada al oído pero deja bien frío al corazón.
El coral se transforma en coral de la gracia de Dios y santifica el alma
recién cuando lo cantan las almas devotas; la costumbre de introducir a
los cantores ateos en los templos de Dios, que lamentablemente aún se practica,
sólo profana la santidad de la música sacra.
!Gracias, padres franciscanos, por su reforma! Sigan cultivando el canto
sacro y popular, bajo la condición de que la liturgia solemne y oficial
de la Iglesia quede absolutamente y de que con el tiempo llegue al mismo
pueblo que comprenderá su belleza y participará en ella activamente. (...)
[Diario católico 3 (1925) 35-37]
RITO DE LA TOMA DE HÁBITOS DE LAS NOVICIAS
Conviene participar de ese emocionante rito con el texto en la mano, mirar
como cae el cabello negro por la acción de la brillante tijera; ver como
la joven acompanada por el canto coral nostálgico se dirige hacia la puerta
del convento, orando y pidiendo que se la deje ingresar al mismo... Es conciente
de que abandonará una sola vez estos muros cuando su cuerpo sea llevado
al cementerio. Sabe que en el espacio reducido del convento se sumergirá
en el reino sobrenatural, que los arrebatos y las noches místicas llenarán
su alma y que como un huracán trascendental llevando en la mano la antorcha
del amor correrá al encuentro del Divino Esposo, adornado con un sol espléndido
y esperándola siempre para colmarla con la infinita felicidad de la unión
eterna.
En esa pequena obra maestra de arte católica se ve hasta qué punto el cristianismo
ha elevado la dignidad de la mujer. El posterior rito de la profesión supera
desde el punto de vista artístico el rito de la toma de hábitos; es el himno
de la virginidad transformada en la cumbre del arte que se pierde en los
infinitos horizontes sobrenaturales. El arte clásico griego es el reflejo
de lo divino revelado en el mundo natural (Antígona); Dante nos ha dado
el arte en el cual la naturaleza por la Gracia se eleva al mundo sobrenatural;
pues bien, en el rito de la toma de votos nos parece como si hubiéramos
abandonado ya el mundo natural y nos encontrásemos en la esfera artística
transformada en lo angelical, donde el resplandor del Espíritu Santo crea
obras de indescriptible colorido y resplandor.
Únicamente en el jardín del Papa, que tiene la infinita ayuda de Dios, pueden
florecer estas incomparables, hermosas y fragantes flores de la poesía litúrgica.
PAX CHRISTI IN REGNO CHRISTI.
[Por la Fe y la Patria, 10(1925) 273]
ALGO DE LA BELLEZA DE LA LITURGIA CATÓLICA ROMANA
En nuestro país se hablaba mucho del problema del arte católico, especialmente
de la literatura católica. En esa oportunidad nadie mencionó la Liturgia
católica; nadie se acordó que la Liturgia en su totalidad es la expresión
más bella de todas las artes: de las poesías, la pintura, el arte rítmico,
la escultura, la música, la arquitectura, etc. (...)
Es muy natural que los hombres célebres de antes captasen esas bellezas
y nos dejasen en sus obras el testimonio de la influencia de la Liturgia
en su vida y en su trabajo. En esta conferencia no hablaremos del poder
civilizador de la Liturgia que durante la Edad Media educaba a los pueblos
bárbaros, ni cómo de ella surgió el drama medieval. Nuestro fin es demostrar
cómo los escritores franceses del siglo XIX y del siglo XX con entusiasmo
hablaban de la hermosura de ese arte y con qué fervor ponderaban el valor
artístico del canto gregoriano. Por eso dejemos que hablen los mismos textos
mientras nosotros nos limitamos a reunir todo en un solo conjunto.
La Liturgia es necesaria. La misma naturaleza humana la exige. La fe y los
hombres que insisten que se puede rendir culto a Dios sin ritos determinados
no conocen la esencia del alma humana inmutable. (...)
La Liturgia solemne en cierto modo es la proyección del cielo en la tierra
El centro es el cielo, si nos es permitido expresarnos humanamente, es el
mismo Dios trino. Los ángeles y los santos en torno a Él practican actos
litúrgicos. Es decir que al imaginarte el cielo comúnmente te sirvieron
las imágenes del Apocalipsis de San Juan apóstol que nos presentó el cielo
como el tiempo más excelso en el cual se llevan a cabo las funciones litúrgicas
de incomparable belleza. Como según San Juan el centro es el Cordero la
Liturgia por su parte se desarrolla en torno a la Sagrada Hostia, en torno
a Jesucristo mismo. (...)
Sin embargo la Liturgia no reúne solo a las comunidades de un solo pueblo
en una unidad sino que enlaza a todos los pueblos, los hace hermanos e hijos
del mismo Padre del cielo. Los pueblos que rompen la unidad litúrgica se
aíslan, subordinan la fe al pueblo y ese pueblo está en oposición a toda
la comunidad humana. (...)
En consecuencia si durante la Santa Misa está presente el mismo Hacedor
de los mundos, Dios increado, se sobreentiende que la participación en la
Santa Misa es un acto muy importante; la Liturgia nos presenta la vida misma
y las distintas fases de la vida de Dios-Hombre; en consecuencia, todo el
resto de nuestro trabajo, si lo comparamos con esa vivencia de la vida de
Jesús según la Liturgia, es insignificante y secundario. (...)
La Liturgia tiene el poder especial de infundir a la gente el conocimiento
de la fe. Eso se comprueba en ciertas circunstancias donde de un modo tradicional
se muestra todo el esplendor embellecido con el canto gregoriano. Waldcheren
describe una solemne liturgia en la capilla de rue Monsieur, uno de los
centros del apostolado litúrgico de Francia, y destaca que las celebraciones
navidenas que se realizan según las prescripciones netamente gregorianas
acompanadas por el canto coral influyeron enormemente en su alma artística.(...)
Estos análisis son de gran importancia pues nos abren los horizontes de
un imperio bastante olvidado del catolicismo. Si deseamos convencer a alguien
de la verdadera fe católica le exponemos una serie de conceptos apologéticos
y nos damos cuenta de que hay mucha gente que con las tesis más accesibles
y con una verdadera e intacta belleza influyó más profundamente en los hombres
que sintieron que sólo la verdad puede ser la creadora de una auténtica
belleza. Así por ejemplo Huysmans y Waldheren no pensaban mucho sobre los
dogmas sino que participando de la Liturgia y acompanando el canto gregoriano
sintieron la existencia del mundo sobrenatural y llegaron a la conclusión
de que únicamente el Espíritu de la verdad pudo crear la hermosura de la
Liturgia y sus celestiales melodías. (...)
El arte no es un mero juego. Es una necesidad del género humano. Lo mismo
se puede decir de la Liturgia. Imaginen que centenares de miles de sacerdotes
celebran diariamente la Santa Misa y la Liturgia de las Horas, prácticamente
las mismas partes y las mismas palabras. Luego comprenderán que la Sagrada
Liturgia es uno de los medios más poderosos de la paz universal. Mientras
que millones de periódicos difunden el odio y la mentira sobre los pueblos
la Iglesia durante siglos cumple su misión pacifista entregando en las manos
millares de breviarios y millones de misales que hablan del amor de Dios,
a Dios y al prójimo. (...) Mientras que la gente de hoy habla de las luchas
entre las clases sociales y los demagogos pregonan la unidad la Iglesia
con su Liturgia lo predica con mucha naturalidad y no conoce diferencias
entre ricos y pobres, sabios y simples ciudadanos. (...)
Quien conoce bien la Liturgia tendrá también una preparación apologética
más profunda de la cual se podrá servir en la lucha con sus adversarios.
(...)
[Vida, 5(1924) 260-268]
LA LITURGIA Y EL ARTE
La Liturgia es una unidad artística relacionada con todas las artes que
a su vez influyó en todas ellas. En ella no hay nada sin significado. La
Liturgia influye en distintos sentidos; en la vista con sus colores y movimientos;
en el oído con sus palabras y melodías, en el olfato con sus fragancias,
etc. Teniendo en cuenta eso ya supera al resto de las artes que en general
influyen sobre un solo sentido. Según eso la misma participación en las
celebraciones litúrgicas (es decir en aquellas que están de acuerdo con
las prescripciones de la Iglesia) es en cierto modo un preludio de los goces
artísticos de una verdadera vida de los santos en el cielo. Naturalmente
que no podemos imaginarnos el cielo en forma distinta a las que figuran
en la Liturgia. (...)
El esplendor del rito católico es maravilloso. Se sobreentiende que pensamos
en los ritos bien practicados como los practican las órdenes contemplativas:
benedictinos, cartujos trapenses y en cierto modo también los franciscanos,
y cuando nosotros mismos experimentamos una vez sus maravillas sentimos
en el alma el deseo de dejar todo y pasar toda la vida en la oración litúrgica
cantando días y noches himnos a la Santísima Trinidad. (...)
La Liturgia y el arte están tan estrechamente unidos que la primera se transforma
en escuela de todos los artistas católicos. Una vez que la estudiamos y
vivimos a fondo aprendemos a sufrir y gozar con ella y comprendemos la misión
de los católicos. (...)
[La vida, 6(1924) 336-340]
ART POUR DIEU*(arte para Dios)
La pintura y la escultura expresan sólo la parte visible de la divinidad,
su naturaleza mortal y humana, con la cual se vistió por nosotros. Sin embargo
la música de alguna manera está estrechamente relacionada con la palabra,
con la misma Palabra, con el Verbo que era el principio, que era en Dios
y que es el mismo Dios. La música sacra, la que se canta en la Iglesia,
no sólo acompana y aclara la oración o las palabras que nos dijo Dios sino
que acompana y explica las palabras que nos ha dicho Dios y que nos está
diciendo continuamente. De ahí se deduce que existe un lazo estrecho entre
el contenido y la expresión musical. (...)
Los santos y los sabios de la Iglesia apreciaban la música. La música se
inspiraba en la historia, los dogmas y otros textos espirituales de la Iglesia.
Ella no es como las demás artes la explicación de la fe sino que es algo
más, su companera. La Iglesia la unió estrechamente con el espíritu de sus
oraciones. Y por esa relación íntima la música litúrgica supera cualquier
otra música, porque está compenetrada con la verdad y con la santidad. La
verdadera celebración litúrgica, como se oye en Beuron Solesmes, encierra
en su interior la armonía de la Belleza, la Verdad y la Bondad. En el arte
espiritual de los monjes de Beuron Solesmes no hay inventos ni apariencias
(como por ejemplo en las obras teatrales más bellas donde sabemos que el
escenario no es realidad). ?Quién es el más sincero en su expresión artística,
el actor con su papel que representa a otro o el religioso que vive la verdad
y no representa a nadie? Los religiosos no aparentan ni representan nada
ajeno. Su arte no difiere en lo más mínimo de sus pensamientos, sentimientos
(el actor representará centenares de diversos papeles), es la expresión
de su mismo ser, está unido íntimamente con la verdad en la cual cree y
a la cual ama. Y esa verdad suya supera todas las verdades del mundo. Las
realidades de los dramas y de las óperas, las verdades de nuestras alegrías
y de nuestras tristezas, nuestros amores y nuestros odios, nuestras pasiones
fluctuantes, todas esas verdades humanas, expresadas en las célebres obras
del arte universal, solo son verdades de segundo orden y cuyo valor es relativo.
Todas ellas desaparecen ante la principal, indispensable, absoluta y divina
Verdad que no cambia ni pasa. De acuerdo a esto la música sacra es la música
que supera a las demás. Ella trata y expresa lo principal y esencial, lo
único y necesario: el amor a Dios. Los demás sentimientos honestamente interpretados
por el arte universal también son buenos pero el primer lugar lo ocupa el
arte cuya meta y objetivo directo inmediato y principal de todo es Dios.
La música litúrgica gregoriana nunca excluye a Dios sino que siempre lo
tiene presente, nunca se aleja de Él ni lo abandona. Ningún pensamiento
terreno, ni siquiera el más noble, se encuentra en ella. No separa al Creador
de las criaturas; ella es el verdadero ejemplo de la humanidad; no sirve
a dos amos. Nada malo ni impuro la mancilla, perturba, roza. Ella es la
música de la santidad. Se relaciona con la música profana buena como se
relaciona el sacramento del sagrado orden con el del matrimonio, como la
Gracia con la naturaleza. El matrimonio y el celibato tienen buena relación
entre sí, sin embargo al celibato le corresponde un nivel superior puesto
que es un estado de unión mística con Cristo. Y la música gregoriana es
el arte transformado en ese ideal de vida. El hombre tiene que salir de
sí mismo, de la vida común y del ideal terreno para elevarse y comprender
ese ideal de vida y gozar del mismo. San Bernardo dijo que la gente tomaría
a la fuerza los conventos si supiera la felicidad de los hombres que viven
en ellos. De la misma manera muchos católicos de hoy piensan que la santidad
y también la música gregoriana son algo aburrido de cuya aridez pueden gozar
sólo algunos hombres predispuestos. Y si comprendieran su hermosura dejarían
todos los conciertos y todos los teatros, cantarían sólo esa música porque
colmarían sus almas con el mismo Dios. Los gozos de la música profana sólo
son un vaso de agua que cae sin cesar al cauce vacío del mar y nunca lo
llena. El alma humana es ese cauce infinito que puede ser colmado y ser
feliz sólo con Dios.
El gran monje litúrgico Dom Guéranger dice que la oración para el hombre
es el principal bien y la música gregoriana en el orden de las bellezas
artísticas "es la primera de todos los bienes". Entre las más
puras y bellas obras de arte universal una humilde cantinela cantada de
rodillas por los monjes tiene un valor mucho más grande. Su arte supera
al de Beethoven; es totalmente divina: ha emanado del mismo Dios y vuelve
a Él, Dios es su causa y su fin[*2].
[Cultura croata, 3 (1925) 73-76)]