IVÁN MERZ nació el 16 de diciembre de 1896 en la ciudad croata de Banja Luka (Bana Luka), hijo de Mauro y de Teresa Hersch. Mauro era alemán de Bohemia (hoy República Checa) y Teresa de origen judío (convertida al catolicismo). De profesión, el padre era oficial del ejército y ejercía la jefatura de la estación ferroviaria de aquella (estratégica) ciudad. Iván era el único hijo del matrimonio, pues su madre enfermó al nacer Iván.
Desde la secundaria Iván sintió una verdadera vocación por la docencia y dentro de la misma por las lenguas (dominaba diez idiomas), la literatura y el arte en general. Por ello su propósito era inscribirse en la Facultad de Filosofía y Letras, pero ese deseo no encontró eco favorable en el seno de su familia, que quería “algo más práctico, más rentable”. Por ese motivo lo enviaron a estudiar a la Academia militar de Wiener Neustadt (Austria). Iván obedeció pero se quedó apenas tres meses, no tanto por la disciplina, pues a ella estaba acostumbrado, sino porque su manera de vivir, especialmente en lo religioso, no era compatible con el modo de vida que se desarrollaba en ese ambiente. Los padres le permitieron que abandone la vida militar pero no que pase a Filosofía y Letras. Lo mandaron a Viena a estudiar Derecho pero tampoco allí Iván hizo progresos satisfactorios.
Mientras todo eso sucedía la Primera Guerra Mundial estaba en pleno auge. Merz también fue convocado. Después de varios meses de ejercicios militares fue enviado al frente austro-italiano en calidad de oficial de alta montana. Terminada la contienda volvió a Banja Luka donde mantuvo largas conversaciones con sus padres que concluyeron con un común acuerdo según el cual Iván pasaría a la facultad de sus amores: Filosofía y Letras.
Mientras estaba en Viena un instituto católico de París le otorgó una beca a un grupo de estudiantes católicos croatas, entre ellos también a Iván, y de esa manera Merz pasó a la Sorbona, al Instituto Católico de la capital gala, donde se recibió de profesor de ensenanza media. Doctoró en Zagreb presentando la tesis titulada “La influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días”, para cuya preparación consultó unas 700 obras literarias. Ejerció como profesor de lengua y cultura francesas en el Liceo Arquidiocesano de Zagreb, uno de los establecimientos educacionales croatas más prestigiosos de aquella época. Simultáneamente estudió filosofía escolástica y teología como así también latín; todo esto con el fin de penetrar lo más profundamente posible en el misterio de la doctrina del Salvador y en las encíclicas papales.
Murió, repetimos, el 10 de mayo de 1928, con aroma de santidad, a la edad de 32 anos. En el ano 1958 se inició el proceso para su beatificación. El 16 de diciembre de 1977 sus restos mortales fueron trasladados a la Basílica del Sagrado Corazón de Zagreb, regida por los jesuitas, el lugar donde Merz comulgaba, adoraba el Santísimo y rezaba diariamente los últimos seis anos de su vida. A su sepulcro acude gente de todas las clases sociales. Son incontables las gracias y favores conseguidos por su intercesión. (Prof. Marcos Sinovcic)
El Beato Iván Merz recibió la primera Comunión a los diez anos, el 22 de abril de 1906. El diploma de su Primera Comunión se conservó hasta hoy y se encuentra en el Museo de Zagreb. Pero lo más interesante es el hecho de que Iván, después de terminar sus estudios en París y regresar a Zagreb, tuvo su Diploma de la Primera Comunión en su escritorio hasta el final de su vida. El mismo le recordaba continuamente su primer encuentro con el Senor, que lo atraía más y más. Como le escribió en una carta a su madre desde París, toda su vida giraba en torno de Jesucristo;” También en su diario parisino había anotado aquellas conocidas palabras: “Sagrado Corazón de Jesús, a ti consagro mi vida”.
“Los santos no nacen, se hacen”. Iván Merz no era santo desde su nacimiento. En su casa recibió una decente educación cívica pero sin un fundamento religioso; crecía en un ambiente familiar liberal. Adquirió sus conocimientos religiosos y la educación en general en el colegio a través de la clase de Religión. Es muy interesante y significativa la declaración al respecto de su profesor, Dr Ljubomir Marakovic, que según las mismas palabras del Beato Iván más tarde influyó en su opción y orientación religiosa:
“Merz, hasta la finalización del bachillerato no tenía en absoluto despierto el sentido y la vida de fe. Es significativo el hecho de que Merz fuera el único alumno durante todo mi trabajo en Banja Luka que durante la inspección en la iglesia tuve que amonestar por el indebido comportamiento, porque después de la Consagración tenía las manos en la espalda. La mayoría de sus colegas sin dudas no eran más devotos que él, pero heredaron de sus familias la devoción hacia el Acto Sagrado que fue celosamente cuidada y trasmitida de generación en generación… (Lj. Marakovic). Después de esa declaración de su profesor, que en un primer momento puede extranarnos, podremos entender mejor el obrar de la gracia especial de Dios, la que más tarde iluminó a Iván más y más, que le guiaba y atraía, porque el ambiente en el que vivía no era apropiado para ayudarle en su crecimiento hacía la santidad cristiana.
En la primera parte de la descripción de la vida eucarística del Beato Iván Merz traemos en orden cronológico los extractos de su Diario y su correspondencia, en los que resulta perceptible su comprensión y entendimiento gradual del misterio eucarístico y la presencia de Cristo en este sacramento. Esos textos en general surgieron y fueron anotados en el Diario en Banja Luka, en el frente italiano de la Primera Guerra mundial (1916-1918) y luego durante sus estudios en Viena. En los primeros textos predomina el sentimiento de admiración frente a un misterio tan grande que nos anuncia y hace presente el amor divino para pasar luego paulatinamente del estado de la admiración al acto de adoración, al amor sincero y al anhelo de Cristo eucarístico. Eso se nota especialmente en el período de su vida durante la guerra, cuando no tuvo la oportunidad de recibir la Eucaristía cuando y cuanto lo deseaba. Es importante que el lector preste atención a las fechas en que fue escrito un texto determinado. Es interesante advertir la edad que tenía el Beato Iván cuando escribió un texto determinado. El Beato Iván nació el 16 de diciembre de 1896. En estas anotaciones se pueden advertir con facilidad las inspiraciones espirituales que el Beato Iván recibió como así también su crecimiento gradual en la comprensión y en el entendimiento del Misterio Eucarístico.
Las primeras anotaciones sobre la Eucaristía ya las tenemos durante su vida en Banja Luka, al terminar el bachillerato. Ya la primera nota de su Diario sobre la Eucaristía contiene una profunda afirmación y verdad: “La Comunión es la fuente de la vida.” !Lo anotó siendo muy joven, con tan solo 17 anos cumplidos! Leyendo esos extractos de su Diario quedamos impresionados por la profundidad de sus pensamientos y reflexiones en los que se nota la acción divina de la gracia en su alma y la experiencia viva de la fe cristiana.
“Ayer me confesé y de penitencia recibí 7 Padrenuestros, 7 Avemarías y 7 Glorias…. Hoy estuve contento por la Comunión, he procurado convencerme – soy un poco escéptico – al recibir a Dios, que por amor se entregó a sí mismo como consuelo y alimento, al hombre débil. La comunión es la fuente de vida.”. (Diario, Banja Luka, 25.III.1914.)
“Cuánto más conozco al catolicismo tanto más me doy cuenta de que es inagotable. Ya deseo recibir su Cuerpo, fin y causa última de la humanidad. Qué grande es su amor que siendo inconmensurable no podemos comprender, Aquel que gobierna el universo y a cada plantita, que sabe y contempla las disputas del pequeno género humano, se entrega a nosotros que somos pequenos e insignificantes en un banquete.” (Diario Banja Luka, 26.IV. 1914.)
“El domingo es la Santa Comunión. No puedo comprender que Cristo, Dios Creador, Aquel a quien todo tiende, a quien el hombre siente en el sueno y en la realidad, fuerte y omnipotente, que mueve el universo, que vela sobre cada hierba y cada flor, el Cristo, a quien los clavos le traspasaron los pies y las manos, a quien escupían, aquel que resucitaba a los muertos y amaba a los ninos y durante su propia muerte eclipsó el sol y produjo un terremoto, será mío, hablará conmigo, con el hombre que solamente yo conozco. Justamente a través de todo eso veo que es El, porque en eso demuestra su inmenso amor.” (Diario, Viena, 27.I.1915.)
“Algunos párrafos del Evangelio de San Juan sobre la Comunión son espléndidos”.
En la última Misa pensé mucho en ellos, los he revivido de tal manera que mística y concretamente sentía la transubstanciación y que ahí está presente Cristo, a quien debemos adorar, los pobrecitos no saben que ahí está El mismo, más hermoso aún.” (Diario, Sarajevo, 25.X. 1915.)
“Leo la Imitación de Cristo y pienso: es un libro grande, lleno de mística, que a mí también me hace falta. El hombre en todo momento se da cuenta de su pequenez y qué grande es Aquel que murió en la cruz por nosotros, que es Pan Dios y se nos entrega a sí mismo, su grandeza y su amor. No se puede expresar lo que se siente cuando Él se une a nosotros. No, el deseo cada vez mayor, por Cristo entero, por la Luz, por Dios Creador, hacia el que nuestro corazón entusiasmado tiende. Cada momento el hombre sucumbe ante un pensamiento, ante una mirada, ante una nada. Luego nuevamente se atreve a buscar aquello que presiente como si estuviera detrás de una cortina en el alma y que a veces esparce su rayo luminoso sobre una determinada parte de la interioridad con su resplandor sobrenatural. Eso desea ser el Hombre en su grandeza. Quiere ser incorpóreo y estar vinculado a esa luz”. (Diario, Banja Luka, 24.XI.1915.)
“Si me encontrase con algún ateo no sabría decirle qué es la Eucaristía, no sabría explicar lo que siento. Es más: cuando me encuentro en la naturaleza diáfana, clara y soleada y pienso en mis sentimientos respecto a la Comunión, me parece extrano, como si todo esto fuera un sueno misterioso, extrano y hermoso, un sentimiento, algo misterioso, que ahora no tengo, y cuando siento esto me olvido de todo, solamente algo me atrae, me atrae irresistiblemente… Toda la vida es hermosa y es un gran misterio…” (Diario, Banja Luka, 27.XX.1915.)
“Quisiera prepararme bien para la confesión. (Antes de partir al cuartel y al frente de combate. Tal vez es la última. Me gusta mucho el silencio y la tranquilidad, puedo pensar, puedo meditar sobre el misterio de la Eucaristía, me quedo absorto y puedo rezar mucho tiempo.” (Diario, Banja Luka, 24.II 1916.)
“Tomemos el ejemplo de un agente social. En realidad su deber es tratar con todas las clases sociales, con la gente buena y la gente mala, estudiar la vida… Más linda es la soledad. Más lindo es introducirse en la pequena iglesia y admirar, eternamente admirar la Eucaristía, ese brillo, esa grandeza, ese inmenso amor… sin embargo hay que ver todo esto, es necesario entrar en las casas más inmundas e interesarse por esa pobre gente y ver que necesitan más ayuda entre todos los pobres de recursos materiales.” (Diario, Banja Luka, 28.II 1916.
Ayer comulgué y estoy muy alegre y contento, me parece que nunca me pondré triste, aunque tendré que sufrir… Realmente, cuando el hombre se retira para estar en soledad, el ocultamiento, todo el mundo real, los companeros, amigos y toda la naturaleza encantadora le parecen un sueno. El hombre entonces siente que aquello es irreal y la idea de la realidad concreta, del mundo espiritual, del mundo del ocultamiento y de la oración, lo hacemos más real que todo lo visible que existe. Debemos anhelar solo aquella vida y aquella realidad.
Es verdad, todavía soy débil, gozo en la Eucaristía y en esta vida espiritual pero veo que todavía es nada, que es necesario sumergirse más profundamente en este gran misterio… Ahora comprendo al gran Papa Pío X. que expresó su deseo de que los fieles a menudo, si es posible diariamente, reciban al Senor. Sólo así se puede penetrar más profundamente en este misterio, acercarse al Senor y hablar con Él.” (Diario, Banja Luka 28.II 1916.)
Estuve en María-Trost. Una gran iglesia barroca… Al entrar a la iglesia me encomendé a la Virgen pura y viendo a la gente rezar, levantarse de sus reclinatorios llorando, es como si de nuevo hubiese descubierto aquel mundo del cual estuve tan alejado. Y toda aquella mística de la iglesia, aquel centellear de la luz perpetua y un sinnúmero de velas, invaden el alma como un perfume sobrenatural. No hace falta describirlo. Todos saben que la cercanía de la Eucaristía fortalece.” (Diario, Graz, 23.III.1916.)
“Día a día me estoy hundiendo. En todo momento me siento un hombre débil. Lo que me resulta más difícil es ver que soy un hombre común. A cada momento me siento compenetrado en el ambiente en que vivo… Pero lo que más me cuesta es no haber encontrado ni una oportunidad para asistir a la Santa Misa. Nonsens! Era necesario sacrificarse y las ocasiones aparecerían. Justo ahora necesito más fuerza espiritual, necesito absorber de la inagotable Ola de Amor, de aquel poder todopoderoso de la Eucaristía que llena el alma con luz que brilla más que la luz del día y se convierte en el gozo espiritual, que serena con el sentimiento de algo desconocido e inconmensurable. !Deseo de nuevo inmensamente, desesperadamente, esa Fuente! !O, Deus, adiva me! (Oh Dios, ayúdame) (Diario, Graz, 27.III.1916.
“ Oh Dios, que grande eres! Reboso de felicidad y alegría. He visto una pequenez y a su vez una cosa tan grande, como ninguna hasta ahora en mi vida… Ea, qué he visto. En Annesstrase (Graz) existe un comercio intenso. Las vidrieras están iluminadas. Los tranvías corren en ambas direcciones. La gente, en su mayoría soldados, pasea. Ahí está la iglesia tranquila y majestuosa de los Hermanos de la Misericordia. Los tres portones grandes están cerrados. ?Y qué hay delante de la puerta? Delante de la puerta, en las gradas, dos soldados arrodillados rezan… !Qué grandeza espiritual hay en la gente sencilla! Aún existe aquel profundo entusiasmo religioso de la Edad Media, aquella mística de los santos. Estos soldados sin pensar en el resto del mundo ateo, que sacude los hombros y con desprecio mira esto, están arrodillados en un lugar bullicioso frente a la iglesia rezando en presencia de la Eucaristía. !Dios mío, Dios mío, haz caso a la súplica del hombre débil, regálame la fe firme y humilde de esta gente sencilla!… Y cuando quise entrar en esta misma Iglesia para hacer la visita al Santísimo ni se me ocurrió arrodillarme frente a la iglesia. !Cuánta perversidad y prejuicios humanos hay todavía en mí! Siempre, siempre procuro prepararme, y me siento cada vez más débil. !Oh Dios, dame fuerza! (Diario, Graz, 28.III.1916.)
“Después de mucho tiempo estuve en la iglesia. !Hermoso! Hoy me siento lleno de luz, lleno de entusiasmo y de amor. Es como si aquella vida mística volviera de golpe. !Madre dolorosa, Madre amable, qué buena eres!” (Diario, Slov. Bistrica, 16. IV.1916.)
“He visto como la Providencia se ocupa de mí, como todas las cosas tienen su sentido, inclusive mi vida de soldado. Si esto no hubiera ocurrido no creo que mamá se hubiera convertido a Dios, y ahora lo ha hecho. Mi oración ferviente se cumplió. También mi padre dice que cuando entró aquí en la hermosa naturaleza fue invadido por el sentimiento de oración… Dios, cuanto te amo, cuanto te agradezco, porque estás llenando mi alma con un gozo inefable. Como mi alma se eleva a Ti, como vuela hacia Ti, desea con fuerza sobrehumana romper este pecho e ir hacia arriba y allí eternamente estar unida a Ti.” (Slov. Bistrica, 10.V. 1916.) (12 anos después de escribir estas líneas, es decir el 10.V.1928, el Beato Iván Merz falleció y realmente fue “arriba” para estar unido eternamente con Dios. ?Son estas líneas presentimiento y anuncio de su muerte temprana? Lo indican sin dudas, de una manera muy convincente).
“Cuando pienso que esta vida es sólo una sombra, una hipótesis real y nada más, entonces me siento extrano. Cuando me acuesto de noche y pienso en aquel gris y negro me parece que en mí no existe nada, luego me sumerjo cada vez más en ese pensamiento y busco la respuesta. Y no encuentro nada. Todo está indefinido, yo mismo no me lo puedo explicar, sin ningún pensamiento, ahí está aquel gran deseo por el Pan, por aquella pequena Hostia. Pero no sé nada, la razón se duerme mientras mi boca y todo mi interior desean la Hostia para unirse a ella. Realmente no puedo sentir toda su grandeza…” (Diario, Slov. Bistrica, 19.VII.1916.)
“Siempre me persigue la incógnita de la vida, me da asco mirar esta vida, y a pesar de todo deseo vivir eternamente en la fe y no lo logro. Me desperté temprano, me fui a comulgar y procuré penetrar en este misterio y me parecía que me sumergí profundamente en mi mismo y en el mundo del más allá. No, no he visto todo, pero me parecía sentir entre la niebla aquellas leyes que mueven todo y luego a la Madre con el Nino y junto a eso Aquello más grande, todo esto lo he sentido unido a la Hostia”. (Diario, Mürzzuschlag, 15.VIII.1916).
“!Mi querido Nino! “Te agradezco por tu carta… Bozen me ha gustado de un modo especial. Tuve una impresión bastante acertada de cómo fue la vida religiosa en la Edad Media. El domingo miles de fieles iban a la iglesia (franciscana) y salían. Todo un tráfico. La Sagrada Comunión se reparte sin cesar. Pero lo que más me impresionó es que lo hacían antes de partir al trabajo… entré a la iglesia para librarme de mis pecados y para recibir al Todopoderoso que a nosotros los debiluchos nos ama tanto. No lo esperaba, afuera aún era de noche, por ahí se veía alguna persona acurrucada, apresurándose por llegar a su destino. En general estaba todo tranquilo. Cuando entré en la gran iglesia barroca me impresioné muchísimo con los bancos que estaban adornados con personas que estaban sentadas inmóviles como si fuesen espíritus. En todos los altares, adelante y a los costados, que son más de diez, los frailes de grandes tonsuras vistiendo hermosas casullas rojas celebran la Santa Misa. Suenan las campanitas de un altar a otro y luego en el otro altar el celebrante se da vuelta, extiende las manos y susurra:´Dominus obiscum´(El Senor esté con vosotros).
Es imposible describir como impresiona profundamente la iglesia en la que al mismo tiempo al compás de la luz mística de muchísimas velas se celebra tantas veces el misterio de los misterios. Y la gente en silencio se acerca al altar mayor donde un sacerdote con capa negra y recamada reparte el Pan de Dios.
Se siente directamente como si el hombre se encontrara en una isla dentro del mar tempestuoso: en la isla de una vida verdadera y justa. De aquellas humildes mujeres, que sufrieron y en carne propia interpretaron la esfinge de esta vida, que son tan pequenas en la Mesa del Senor, emana en estos grandes momentos una misteriosa luz sobrenatural que inunda la iglesia con las melodías silenciosas de los cantos angelicales. Me faltan palabras para expresar como el ambiente religioso influye positivamente en el ser humano.” (Carta al amigo seminarista teólogo Nicolás Bilogrivic Bozen-Bolzano. Tirol 26-I-1917.)
“Quiero comer al Senor, porque me quiere más que a nadie y lo quiero más que a todo en el mundo. Pero no soy digno, soy demasiado débil e incapaz de sacrificarme por la Santa Hostia. Es verdad lo que dice Kempenac: Estamos listos para gozar de la Hostia y desesperamos cuando nos toca llevar la cruz con alegría.”
(Diario, Zingarella, 22.VI.1917.)
“No hay Sagrada Eucaristía. Vivo acá (en el campo de batalla) como un pagano o un animal como si el Agnus (Cordero) no estuviera más en el centro del universo. Dios, Consolador, ven y penetra en mi naturaleza con átomos de eternidad, para que de esa manera, más parecido a Ti, comprenda el sentido de mi existencia. El Estado moderno se ocupa del ron y la Sagrada Eucaristía pasa a segundo plano. ?Dónde están los sacerdotes castrenses? ?Por qué abandonan a sus rebanos justo en el momento cuando más los necesitan?” (Diario, Monte Rasta, 9.IX. 1917.)
“?Cuándo llegará el tiempo en que desaparecerá toda adversidad, toda oscuridad y todo pecado? ?Cuándo llegará el tiempo de la gloria y de la luz eterna? ?Cuándo veremos al Cordero Pascual y el resplandor de su Madre hermosa e inmortal que se extiende por encima de todos los mundos? ?Cuándo, cuándo estaremos unidos al canto de los coros celestiales, cuándo nos perderemos en el canto sublime de Sanctus, Sanctus, Sanctus, envueltos en el resplandor divino? ?Cuándo llegará el tiempo en que no tendremos necesidad de comer y de luchar para llevar a cabo una mínima obra de bien?… Abstinencia y Eucaristía son caminos que nos llevan allí. Abstinencia y Eucaristía son dos extremos: el ayuno nos hace sufrir y nos quita el placer y la Comunión nos hace disfrutar inmensamente y transforma nuestro cuerpo en un ser divino.” (Diario, Monte Rasta, 9.IX 1917.)
“Ha salido un comunicado según el cual podría obtener un receso de tres meses para continuar mis estudios. Tengo miedo de esto. Temo tener hambre y no poder dedicarme totalmente al estudio. Procuraré humildemente cumplir la voluntad de Dios, no codiciar el saber y hacer tanto cuanto puedo. El saber no debe ser un fin en sí mismo. Es necesario que con toda la belleza que guarda dentro suyo pueda aportar algo al Reino de Dios en la tierra. Por eso pienso que por más amor que tenga a la profesión – toda persona debe vivir en la sociedad y ayudar a aquellos que sufren… Nunca olvidar a Dios. Incesantemente tender a la unidad con Él. Diariamente, preferentemente a la manana, aprovechar para meditar y orar, si es posible cerca del Santísimo o durante la Santa Misa. Esa hora ha de ser la fuente del día, en esta hora la persona debe olvidarse de todo el mundo, abstraerse de todos los problemas mundanos, de toda ansiedad por la vida y estar tranquilo, como si estuviese en la cuna. En esa hora hay que hacer planes para el día, pensar en las propias faltas y pedir la gracia necesaria para superar todas las debilidades. Sería horrible si esta guerra no tuviera ningún provecho espiritual para mí. No podré vivir de la misma manera como he vivido antes de ella. Debo empezar una vida nueva, renovada en el espíritu de la nueva concepción del catolicismo. Solamente Dios me puede ayudar, el hombre por si solo no puede nada.” (Diario, Fonzaso, 5.II. 1918.)
Un poco antes de terminar la guerra Iván anota en su Diario una breve síntesis para una novela que tenía la intención de escribir. En ella en realidad ha descrito sus experiencias en el campo de batalla. Se trata del hombre común que va a la guerra y ahí se convierte a Dios. Aquí traemos algunas oraciones finales del contenido de esa novela planeada que al final termina con la idea sobre la Eucaristía: ”Ese hombre se ha dado cuenta que la ascesis conduce a la perfección, pero que por si solo no puede nada. ?Desesperación, adónde, cómo? Es el prototipo de la humanidad que está esperando al Mesías. Pensando, observando, analizando la historia, se llega al centro del universo, se llega al núcleo en torno al cual gira la humanidad en círculos concéntricos: naturaleza, universo y vida eterna – la Hostia
. La obra termina con el Apocalipsis de Juan: No me acuerdo más de las palabras, el contenido es que el Cordero Sacrificio es el centro del universo.” (Diario, Campo, 25.III 191.)
“La vida es todo…, yo de nuevo estoy en peligro de morder la vida gris y teórica de los libros. Manana de nuevo comulgaré para empaparme de fuerza para el combate. En estos últimos días me relajé bastante. Fui un poco perezoso, desordenado en la comida, no he sufrido nada, fui mezquino… y por eso perdí el contacto con Él (Diario, Viena 9.IV. 1918).
El hombre es demasiado débil y sin la ayuda de los demás no puede hacer nada. Por eso Él desde la eternidad entró en la historia y se convirtió en el centro de todo el macrocosmos, se nos entregó para renovarnos física y espiritualmente. No nos olvidemos de ese inmenso amor y dediquemos más atención a esa pequena y blanca Hostia que nos espera solitaria en las iglesias frías. El mundo vive para sí mismo, como si el milagro de los milagros no hubiera ocurrido, el milagro que inmensamente anhelaba todo el macrocosmos a través de los eones de anos.” (Iván Merz, Tiempos nuevos, Luz, No 9-10, 1919, Pág. 210-214.)
“Ayer fue el día más significativo de mi vida. Hice la novena de la Comunión en honor al Sagrado Corazón de Jesús y creo que veré la profundidad de la Santísima Trinidad. Necesito merecer de alguna manera ese inmenso amor de Cristo, por eso con la ayuda de Dios procuraré más fervorosamente continuar la obra de mi santificación.” /Diario, Zagreb, 6 de septiembre de 1919.)
Tal vez en la vida nunca me vaya muy bien materialmente hablando. Todo transcurre según mi deseo. Cada noche puedo ducharme, acostarme en el piso limpio, levantarme a las 5 de la manana, ir a la Santa Misa y con frecuencia recibir la Sagrada Eucaristía. Alimento no me falta, nunca como carne, el traje no tiene remiendos, los cuellitos siempre están limpios. Tengo todo lo que mi cuerpo necesita… El problema de la cruz lo puedo estudiar teóricamente y Dios quiera que pueda construir una base fuerte para que en la práctica no sucumba ante el peso de la cruz.” (Diario, Zagreb, 14. X.1920.)
“El Congreso de los Águilas en Maribor ya pasó. La solemne asamblea estudiantil celebrada en un salón grande y completo fue realmente el momento más solemne. El desfile solemne era enorme, millares de águilas hombres y mujeres, eslovenos y también algunos checos pasaron frente a nosotros, luego, los que vestían los trajes típicos de todas nuestras regiones, etc. Durante mi discurso sobre ‘La Unión Católica Internacional’ hubo cerca de cien oyentes… Hablé con fervor sobre lo que me infundió la Sagrada Eucaristía”. (Diario, Zagreb, 3.VIII. 1920.)
De este discurso traemos la última frase: “Cada pueblo tiene su propia misión para la gloria de la Iglesia de Cristo. No sabemos con exactitud cómo se desarrollará la humanidad pero el principio para cada individuo, para los pueblos y para la humanidad deben ser las palabras de Cristo: “Busquen el Reino de Dios y su justicia y el resto s os dará por anadidura”.
(Mt.6,33)”