“Cada manana comulgaba. Sabíamos que esto para él era la obligación más sagrada del día. Una noche cuando le acompanamos a su casa le preguntamos si podría dejar de recibir cada día la Comunión debido que se acuesta tan tarde. ‘De ninguna manera se puede ceder al cuerpo cuando se trata de algo tan importante. En esto consiste educar la voluntad y respetar el horario del día aunque todas las circunstancias aparentemente fueran contrarias. Si desean diariamente recibir la Sagrada Comunión entonces levántense, no importa cuando se acostaron.’(Dusan Zanko, Del hombre de Dios, Domingo No 21, 26.V.1929.)
Los dos primeros biógrafos del Beato Iván Merz, los que lo conocían personalmente, el D.r Dragurin Knieweland y el P. José Vrbanek, en sus biografías del Beato Iván Merz traen capítulos especiales de su devoción eucarística.
“Más que todo amó al Salvador eucarístico: lo visitaba, lel rezaba, a Él se confiaba, a Él lo adoraba y por Él se sacrificaba. Un companero y colaborador más íntimo de Iván cuenta que a menudo pasaba con él por Zrinjevac, acompanándolo a su casa: “mucho tiempo no pude saber a quién Iván saludaba sacándose el sombrero entre la Academia de Strossmaer y el Pabellón Artístico y siempre lo hacía. Cuando una vez le pregunté, sonrió y me dijo: ‘No sabes que estamos frente de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús’? Nunca hubiera pensado en eso puesto que esa iglesia se encontraba a la misma altura a tres calles paralelas a nosotros. Eso me convenció de que el alma de Iván siempre buscaba el Sagrario y que allí aprendió la sabiduría de la vida, aunque se encontraba en la vorágine más grande del mundo. (…)’
En ocasión de celebrarse el II Congreso Eucarístico en Zagreb en 1930 el conde Pedro Pejacevic hablando sobre “La Eucaristía y los universitarios” ante el nuncio apostólico, el episcopado y una distinguida asamblea, destacó que no puede dejar de decir algunas palabras y recordar al querido companero y amigo Iván Merz que fue ejemplo vivo de hombre eucarístico (…) En su trabajo solo buscaba el Reino de Dios (…) ?Por qué sus palabras penetraban tan profundamente en nuestro corazón? Después de su discurso anotó en su diario: ‘Hablé con el fervor que me ha dado la Sagrada Eucaristía!’ Sí, el foco de la vida del alma de Iván era la Sagrada Eucaristía.
Por mucho tiempo no supe en realidad qué causó en Iván tanto amor hacia al Santo Padre y la solución de este enigma era muy simple. El Papa era para Iván el Vicario de Cristo en la tierra, el Vicario de Cristo que en la Eucaristía aparentemente calla, y nosotros necesitamos y deseamos no solamente ayuda e indicaciones de la invisible e inaudita Gracia de Dios, sino también la palabra visible y sentida: El Papa era para Iván Cristo, que no calla más sino que habla y visiblemente dirige a su Iglesia, Cristo – como lo dijo el Papa pío XI en ocasión de la apertura del Congreso Eucarístico en Roma 1922.
Explicar científicamente la presencia de Jesús en la Eucaristía es algo que aprendió Iván recién estudiando la filosofía cristiana en el ano 1923 con el P. Alfirevic, entonces se dio cuenta de que no se contradice con la razón el hecho de que la sustancia se transforme y los accidentes exteriores, como la apariencia del pan, permanezcan. Por su contenido son conceptos diferentes, no se contradicen y se pueden pensar separadamente. Aquello del pan, lo que lo hace pan y se convierte en el cuerpo de Jesús, y aquel velo de apariencias de pan, lo que detectamos con los sentidos, sigue permaneciendo el velo del cuerpo de Jesús. Iván no tenía dificultad de creer que eso lo puede hacer Aquel que pudo multiplicar cinco panes y de ellos comieron y se saciaron cinco mil personas. Y el hecho de que así lo quiso habla de su amor que va al encuentro de la necesidad y del anhelo del corazón humano por acercarse a lo divino. Justamente esa necesidad y ese anhelo eran exageradamente fuertes en Iván en los últimos anos de bachillerato. La causa indudablemente la encontramos en la educación de la congregación, en la buena lectura y en el ejemplo del buen maestro, guía; pero aquella fuerza sin tener un conocimiento científico formado en un muchacho inteligente y talentoso se puede explicar solo como un don especial – el carisma. Iván en primer lugar creía en la bondad de Dios; a ejemplo de San Juan, sin que se notara, un día hacía una hora de adoración y otro día rezaba el Vía Crucis, a menudo los dos cosas, una y otra y las dos cosas juntas. Las horas ante el Santísimo le pasaban rápido porque ahí estaba encerrada la sabiduría eterna, Jesús vivo, e Iván supo hablar con Jesús. Los dos tenían de qué hablar: tenían los mismos objetivos, la gran renovación de la juventud croata, de toda Croacia. Ahí recibía la inspiración para cientos de sus artículos entre los cuales existe solamente uno, o dos, en los que no se menciona la Eucaristía.
Todo era para Jesús y la Eucaristía es Jesús vivo y cercano, Dios con nosotros. Entonces qué era más natural para él que pensar en Él, consultarse con Él, desahogarse con Él, de Él recibir la fuerza para el apostolado y para el sacrificio. (…) La característica principal de Merz era: vivir la vida de Jesús con la Iglesia.